Era de noche y los habitantes de Morata de Tajuña descansaban después de una larga jornada de trabajo. La templanza de esas fechas de Junio promovía reuniones a las puertas de las casas, donde los vecinos sacaban sus sillas después de cenar, convirtiendo las calles en una gran sala de tertulia siendo las conversaciones el alivio necesario al final del día para unos cuerpos castigados por el duro trabajo de la jornada.
Hacía unos días que el único tema que corría de boca en boca giraba en torno al bosque. Los pinos estaban cambiando de color. El verde límpido de la primavera se tornaba en ocres rojizos propios del otoño. Todos estaban preocupados. Sabían que los pinos no cambiaban su color con el transcurrir de las estaciones, siempre eran verdes. Los más viejos del lugar no recordaban algo parecido.
La preocupación de los vecinos no dejó impasible a la corporación municipal que recurrió a expertos en el tema. Ninguno de ellos encontraba una explicación razonable. Los árboles estaban sanos, ninguna plaga les atacaba y no carecían de ningún elemento necesario para su existencia. Sólo habían cambiado de color.
Esa noche, mientras los rumores de las conversaciones vestían de sonidos las calles de Morata, comenzó a rugir el bosque. Comenzó con un ligero sonido no perceptible a los oídos humanos, pero si para los perros que comenzaron a aullar al unísono. Ninguno atendía a las órdenes de sus dueños que se empeñaban incesantemente en hacerlos callar. El rumor del bosque fue aumentando hasta ser percibido por todos.
Un escalofrío recorrió la vida morateña que ahora parecía detenida:
- ¡El Bosque!- gritaron todos al unísono.
Unos corrían hacia el interior de sus casas en busca de sus hijos que se despertaban asustados y comenzaban a llorar. Otros corrían en dirección a la vega para huir, pero ¿de qué? Algunos osados decidieron subir al bosque. Alguien podría estar en peligro, pensaron. En su fuero interno creían que ningún ser vivo era capaz de emitir semejante rugido.
Se equivocaban. El Bosque era un ser vivo en su conjunto formado por sus matorrales, sus árboles, los insectos, los árboles, reptiles y los pequeños mamíferos que se refugiaban en su interior.
lunes, 22 de diciembre de 2014
Monohidrato de creatina
Ha sido un año y pico estupendo. Lo mejor de este blog, con mucha diferencia, han sido vuestras visitas, vuestros comentarios. Lo más preciado, la lista de enlaces que ves ahí, a la derecha un poco más abajo. Es la lista de los mejores blogs del mundo mundial (si es la primera vez que llegas aquí, visítalos uno por uno, te gustarán). Y, detrás de cada uno de esos enlaces, personas.
Personas que tantos y tantos días me han hecho pensar, llorar, reír... soñar. Incluso a algunas he tenido la inmensa suerte de conocerlas personalmente, y a otras las encuentro a veces por el messenger o por el correo, y... sí, son tan buena gente como parecen. Incluso más de lo que parecen.
Pero llega el momento de pasar esta página y leer la siguiente, a ver qué nuevas sorpresas trae. ¿Motivos? Muchos. ¿Importantes? Tal vez no, o no todos. ¿Qué busco? Libertad. Libertad para escribir sin que me lean personas que me conocen demasiado bien y que no deseo que lo hagan en este mundo virtual. Alguien dirá: ¡¡pero si no has Creatina dos palabras en este tiempo!! Yaaaaaa, ya lo sé, coñeeee XDDD. Aquí no, desde luego. Aquí no...
Se trata de eso, de poder juntar dos palabras (o incluso tres) en otro lugar más anónimo. Un lugar que tal vez ya exista y que sólo necesita cobrar vida. Son unas cadenas que aquí me puse yo mismo, lo sé. Y ya es hora de cortarlas para siempre.
Gracias a todos, sois muy buena gente. Gente Creatina, como decía aquella lejana canción.
Felices fiestas y ojalá que el año que ahora empieza os traiga vuestro mejor deseo, el más sincero, el más necesario.
Os seguiré visitando con este nick, al menos por un tiempo. Ha sido un placer. Nos veremos en otra parte, seguro.
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